CÓMO AVERGONZAR A MAMÁ

Otro post para echarnos unas risillas. Que ya se yo que eso de que avergüencen a madre ajena hace gracia…

Las que tenéis dulces criaturas aún pequeñitas iros preparándoos. Las que ya los tenéis más talluditos ya lo habréis sufrido.

Y no os penséis que es necesario que estén muy creciditos, que sólo hace falta que sepan hablar. Con 3 años algunos ya son verdaderos expertos en sacarte los colores.

Yo no sé los vuestros pero los míos son unos profesionales. Ya os conté algunas aquí.

Y hoy os voy a contar alguna otra. Que hace mucho calor y no está una pa temas profundos. Si dejamos escapar alguna sonrisilla mejor empezaremos la semana :- )

Sábado noche. ¿llamamos al chino? Vale. Hacemos el pedido por teléfono y como a los 20 minutos llaman al telefonillo. Abro. Llaman a la puerta. Se me adelanta E. a abrir (E. abre siempre la puerta sin preguntar quien es ni nada, que ya no me preocupa sólo que algún desconocido se me cuele es que puede ser un vecino y pillarme en paños menores). A lo que iba: E. abre la puerta:

-          “AAAAAAAAAAA!!! Corre!!! Ven!!!! Hay un chino en la puerta!!!!!!! Un chino!!!!!

Y aún peor:  A. sale corriendo a la puerta cual rayo cómo si su hermano le hubiera  anunciado que hay un unicornio con los colores del arco iris en el pelaje. Los dos miran embobados al chino que, bolsa en mano,  no sabe qué hacer.

Mi marido intenta arreglarlo. “E. éste señor tiene nombre ¿verdad caballero? ¿cómo se llama usted? El chino mira a mi marido con cara de póker y dice un nombre ininteligible. “lo ves E. se llama…” Anda repítelo guapo, jajaja en menudo charco te has metido. Jajajaa

O aquella vez que íbamos para el colegio. E. era un bebé. A. tendría 4 años.

A. y una compañera de clase iban hablando animadamente. Detrás la madre de la compi y yo hablando igual de animadas. A lo lejos en dirección contraria viene por la acera un enano. Cruzo los dedos y ruego en voz baja “Por favor que no diga nada, que no diga nada” La otra mamá creo que está pensando lo mismo que yo.

El enano pasa a la altura de A. y su amiga.

Cuando está pasando a mi lado A. se vuelve y grita: “¡¡Mamá!!,¿así es cómo me voy a quedar si no como, verdad?” Yo sí que me lo hubiera comido en ese mismo instante.

- Mamá me he caído en el patio y me he hecho daño y “la niña gorda” me ha llevado con la seño.

- ¿cómo qué la niña gorda? Tendrá nombre ¿no?

- No me lo sé. ES que es mayor. De otra clase.

- Y ¿Por qué le dices la niña gorda? (para que pregunto…)

- Pues porque tiene una barriga así… (gesto de las dos manos así de flotador por delante de la cintura)

- Pues no es que esté muy gorda

- yo no he dicho muy gorda, he dicho gorda.

A los pocos días. Puerta del cole.

Viene trayendo a una niña de la mano. Arrastrándola más bien…

-          “Mamá, mira, ÉSTA es la niña gorda” (yo lo mato)

La verdad es que en su defensa diré que no lo decía como algo ofensivo o en plan insulto. Sólo en plan descriptivo, como un hecho probado y que salta a la vista. Una característica por la que la chiquilla podría ser fácilmente reconocible para él. Como rubia. O con gafas.

E. tiene una habilidad especial para engatusar a los abuelillos (no a los suyos, qué también, sino a los abuelos en general).

En alguna ocasión que he entrado en algún chino a comprar alguna chominá, alguna abuela le ha comprado hasta un juguete. Lo juro.

A veces vamos a algún bar con terraza y el colega en cuanto te descuidas y crees que está por ahí jugando está sentado en alguna mesa con abuelillos comiéndose las patatas o la tapa.

Una vez, en el bar de la piscina en la playa, un abuelo les compró a él y a su hermano unos paquetillos de patatas.

-          “Gracias”, dijo A.

E.  permanece en silencio “E. ¿qué se dice?

Le  tiende al abuelillo el paquete de patatas y le suelta “¿Me lo abre?”

 ¡qué bien educado que lo tengo!