7:30 de la mañana. Suena el despertador.
Mi marido se levanta. Yo no. Sé que va a volver sonar en unos minutillos y me gusta disfrutar esos últimos instantes de cama antes de levantarme.
Oigo pasitos a la carrera por el pasillo. Hoy va a ser que no. Tengo visita.
- “¡M! ¿otra vez sin calcetines?”
- “No”
- “¿cómo que no? ¿dónde están los calcetines?”
- “Alli” (sin señalar ni nada). Para que va a dar más explicaciones, pensará, si la pava ésta tiene que saber perfectamente que estarán en la cama y muy probablemente mojados, por su afición a chuparlos después de quitárselos.
Se mete en la cama. A los 30 segundos llega E.
Intenta meterse en la cama entre M. y yo, pero M. está dispuesto a dejarse la vida en mantener la posición.
- “Jo, mamá, ¡yo quiero a tu lado!”
- “Pónte al otro lado, E". Pero no, tiene que ser al mismo lado
- “mama mía” expone M. como argumento, pero E, no es de los que da su brazo a torcer sin perder un órgano vital.
M. se cabrea “me voy” dice y se baja de la cama.
- “¡¡espera!! Sin calcetines, no.”
Me tengo que levantar…
Busco los calcetines entre todos los habitantes del Bosque de los Cien Acres (Léase Winnie, Tiger, Piglet, Rito, Buho…), y 10 ó 12 peluches más.
Debajo del Bob Esponja encuentro uno,…pero no hay huevos de encontrar el otro.
No pasa nada. Cojo el único calcetín de los que encontré el dia anterior y le pongo uno de cada.
Entro en el baño. M. me sigue.
“mamá, puzzles…” “M. cariño ahora no, esper..”
No puedo terminar la frase. Se tira al suelo, panza abajo y se pone a patalear.
Me lavo la cara, me seco y salgo del baño.
Interrumpe su pataleta para seguirme.
Voy directa a la cocina, donde su padre lleva trajinando con los desayunos un ratillo.
Aún no ha hecho el café. ¡¡lo necesito ya!!
Decido ganar tiempo y me llevo a M. a vestirlo.
“No, vestir no”.
3 combates después (uno para la camiseta, con resulatdo de guantazo en mi ojo), otro para el cambio de pañal, y el tercer round para los pantalones, lo dejo en su trona.
Están las noticias.
- “¡Esto no!” anuncia M. señalando a la tele. – “¡Mickey!”-
- “¡Mickey no!” Grita E.
¿Dónde está A.? Voy a levantarlo.
A. llega a la cocina y quiere ver los deportes, ya que la noche anterior se acosto sin poder ver el partido de turno.
En señal de protesta y mientras duran las noticias deportivas M. se cruza de brazos y se niega a tomar su desayuno.
El padre cambia a Clan y ahí está nuestro querido Bob Esponja.
M. empieza a tragar. Pero A y E dejan de hacerlo abducidos por la caja tonta.
“Chicos, o coméis o ya lo estoy quitando”.
El café ya está…pero ¡joder,! ¡está hirviendo!
Me voy a asearme y vestirme. Hoy el papi hace las camas, y yo preparo las meriendas para el cole.
A. y E. se han quitado el pijama. E. se lo ha quitado en la cocina para no perderse puntada del episodio tres mil veces repetido de Bob Esponja. Ahora el pijama está en el suelo y él en ropa interior embobado ante la pantalla.
-“ ¿me traes la ropa mamá?”
- “Si, claro…eso estaba yo pensando. Apaga la tele, recoge el pijama y tira pa tu dormitorio. En ese orden.”
Voy a terminar de arreglarme. Mi dormitorio está alfombrado con un juego de memory de M.
- “M., recoge las cartas del juego.”
- “No”.
Cojo aire y cuento hasta 10.
- “M.”- repite su padre, - “recoje el juego.”
- “No.”
Está a punto de salir del cuarto. ¡¡que no se escape!!
Su padre cierra la puerta.
- “De aquí no sales hasta que hayas recogido el juego.”
Aún duda un momento, pero decide que por esta vez, y sólo por esta ¿eh? tiene la batalla perdida, y se pone a recoger.
Llega Manuela para llevarlos al colegio.
Ya están vestidos, revisemos mochilas…¿va todo lo del día? a A. le toca plástica ¿ha echado el libro? ¿lleva E. los deberes? Voy a echarle un babero limpio a M….
¿Por qué está M. en camiseta? si le he puesto la sudadera…¿Dónde está la sudadera de M?
Se la ha quitado y está en el pasillo tirada.
- “¡¡M. la sudadera!!”
La coge y la deja sobre la mesa de su cuarto.
- “Traémela que te la ponga.”
- “No.”
- “M. cielo…que hace frío…” le dice Manuela.
- “No, no quere”.
La cojo, lo persigo, se la pongo y esta vez subo la cremallera para evitar tentaciones.
Mientras que M y yo teníamos discrepancia sobre el número de capas de ropa de abrigo con que podía salir a la calle su padre ha peinado a los dos mayores.
Ahora le toca a M.
¡¡¡Noooooooo!!! Grita mientras sale por patas. Lo alcanza en el sofá. Lo peina como buenamente puede entre contorsiones epilépticas.
Y ahora el puntito final. Intentar ponerle el abrigo.
- “NO quere.” Se cruza de brazos.
- “Manuela coge a A. y a E. y tira para la puerta, que M. se queda” digo en voz alta para que me oiga.
Aún me quedan las negociaciones con los dos mayores. Si A. , te puedes llevar el balón, no E. los gormittis se quedan, A. guarda las estampas de la liga en la mochila y no las saques en clase, E. recuerda que Lonó te tiene que dar la mochila de catequesis que te la dejaste en su casa.
Salen y llaman al ascensor.
M. se está haciendo el duro en el sofa.
Cierro lentamente la puerta y viene como una exhalación desde el salón: "¡¡¡nooooo!!!"
"¡¡Quero al coleeeeeee!!"
“Espera Manuela, que se lo ha pensado mejor y se va a poner el abrigo para ir al cole.”
Con el aire más digno que puede se deja poner el abrigo, reparte besos y sale corriendo hasta el ascensor para discutir con E. a ver quien de los dos ocupa el lugar delante del espejo para ir haciendo muecas o para chuparlo, que también tiene su aquel....
Cierro la puerta.
Corro a la cocina a por mi café cuál drogata a por su metadona.
Lo disfruto. Pero no demasiado, que ya se me ha hecho tarde como tooodos los días.
Miro el reloj: son las 8:45…..y he consumido más del 30% de mis baterías.
¡qué aburrido sería mi día a día sin esta "rutina" diaria!
¿cómo podía yo vivir sin esta etapa del No?
Otro día os cuento qué tal la tarde.