UN DÍA EN LAS REBAJAS

“Niños, id poniéndoos los zapatos que nos vamos a la calle”

“¿De tiendas?” “Sí, de tiendas”

Las caras de A. y E. son las de un condenado a muerte camino del patíbulo.

M. se sube al carro tan contento. Oye la palabra “calle” y ya está subiéndose a la silleta. Infeliz. No sabe la que le espera, piensan sus hermanos.

Me preparo para la batería de preguntas de E. (siempre son las mismas):

¿Adónde vamos? A comprar

¿Cuánto rato? No lo sé

¿A cuántas tiendas vamos a ir? No lo sé

¿Qué vas a comprar? Ya lo verás….

Se cargan de juguetes en previsión de posible aburrimiento.

Así que salgo de casa con A., E. y M. + varios gormitis+ algún caballero (con su caballo x supuesto)+ Iggle Piggle y Mickey (que los han cogido para M).

Primera parada. Quiero comprarme un bikini y/o bañador.

Voy ojeando.

¿Dónde está A.? ah.. allí que ha pegado la hebra con esa niña… ¿Y E.? ah…Allí bajo ese perchero…

Cojo varios modelos. Vamos a probadores. Hay cola. ¡que raro, en rebajas!

Tengo 2 opciones: dejo a los dos mayores fuera del probador al cuidado de M. en la silleta o espero al probador grande. Lo pienso y disfruto la opción a) durante 1 segundo (tiempo suficiente para imaginar varios desastres). Espero al probador XXL.

Todos adentro.

Hasta ahora M. aguanta en el carro. A y E juegan con los Gormiti. Me pruebo el primero. ¡joder! Si es una 90 ¿por qué me está pequeño de pecho?

A. me pone la puntilla: “Mamá , se te ven las tetas”. ¿Si? Gracias, hijo, no me había dado cuenta. “¿te lo vas a llevar?” noooo, prefiero que me las saque M. así como quien no quiere la cosa…

¿Y ahora qué? ¿ Mando a A. a por una talla más? No sería la primera vez que lo mando por una talla…que el chaval está entrenado para dependiente de ropa de señora…pero veo complicado que encuentre el bikini.

Paso… Cojo el siguiente. No lo veo mal, aunque no me convence. E: “es muy feísimo”. Vale, descartado.

Pruebo el tercero: ¡¡tiene el broche roto!!

M. empieza a desesperarse. A y E tienen montada tal juerga que en el resto de probadores deben pensar que al menos hay una excursión escolar en el probador del fondo.

Me visto. Nos vamos sin ropa de baño.

¿Y alguna camiseta?

M. grita: “bajá, bajá, bajá...”

A y E juegan al futbol con una alarma rota que se han encontrado.

Le pido a A. que entretenga a M.

Miro algunas camisetas e intento visualizarme porque paso de probador.

Oigo que me llaman “Mamá, mamá, mira”

Me vuelvo y veo a E. en el suelo tirado cuan largo es y diciendo ”Gaaambaaa, gaaaaaamba…”

No puedo evitar reirme ¡¡mierda!!

M. pide agua. E. quiere hacer pipí. Yo quiero IRME,  o desintegrarme también me vale.

“Mami, vamos aver los juguetes!!”

M. ya está loco por plantar los pies en el suelo “bajá, bajá, bajá…” (y así hasta el infinito y más allá)

Lo bajo. ¡Lo sé, lo sé! Mala idea…

M. se abraza a un Mckey gigante de peluche. “Me guta” “Micky mío”…. Ja!! Ni hablar. No sólo porque el Mickey vale un ojo de la cara (joder, ¿es qué pone huevos de oro?) Sino porque a ver quien es la guapa que tira de los tres más del muñeco tamaño industrial.

Saco a  M. a  rastras de la planta de juguetes. A. lleva el carro. E. va a su bola.

“Mami, ¿nos hemos portado bien?” Ayyy.. (suspiro)

Pues, teniendo en cuenta otros días como aquel en que E. paró las escaleras mecánicas de El Corte Inglés dándole al botón de stop (que por cierto mi hermano , que venía con nosotros, se descojonaba y decía que es algo que él siempre había querido hacer), o aquel otro día que A. se quedó encerrado en un probador y hubo que sacarlo por arriba…  o aquella ocasión en que quitaron todas las bolitas de colores de las perchas, (sí, esas que ponen la talla de la prenda), y cuando los pillé con las manos llenas de aquel tesoro querían volver a ponerlas, así al tun tun…pues.. no ha estado mal.

“¡¡No ha estado mal! Entonces…¿Nos compras algo?” (¡¡qué moral qué tienen!!)

 “Sí, un par de correas para ataros a la silleta!!”